Si lo que en realidad pretendes, es una inmunidad duradera y eficaz frente a los trastornos y secuelas derivadas de un enamoramiento, debes seguir al pie de la letra estas indicaciones.
Persigue un trabajo solitario como medio de vida y, si es posible, flexible en cuanto a horarios, pues es preferible que el trabajo trascurra de noche, cuando la mayor parte de la población descansa e incluso los estímulos del ambiente están aletargados u ocultos bajo la oscuridad.
Sin duda, el ajetreo diario aumenta el riesgo de que las miradas se crucen unas con otras y que con ello se extienda, de modo súbito e impredecible, por el torrente sanguíneo, el veneno de una admiración, una atracción, el deleite por la belleza o tan solo la tentación de una compañía, del contacto físico, del intercambio de experiencias o de sonrisas, que al final desemboquen en algo más intento y duradero, que es justo lo que no quieres.
Refúgiate mejor en espacios sobrios. Pero no sustituyas esa compañía por buena música, ni adornes las paredes con obras de arte, pues el amor a veces viene oculto tras múltiples formas, incluidos los objetos y otros fetiches . Tampoco te recomiendo la colocación de espejos que puedan cautivarte con la única visión de tu propio reflejo.
No olvides que el enamoramiento, ante la ausencia de otros candidatos o competidores, también podría apoderarse de ti bajo la forma del amor propio con un narcisismo exacerbado como disfraz. Y de ese modo, podría entremezclarse con el resto de tus células, por siempre, y originaría una infección, esta vez sin posibilidad de tratamiento.
Si nada de esto funciona, recuerda que la muerte es el mejor antídoto contra el amor. Solo el final del cuerpo, en modo de pausa inerte permanente, una vez iniciada ya la autodestrucción de la materia, se erige como barrera absoluta e impermeable a todo sentimiento.
Así que respira tranquilo. Siempre habrá una salida para aquellos que eviten los riesgos asociados a la felicidad.

Raquel Esteban